martes, febrero 26, 2008

testimonio introductorio para atletas con juanetes

Vuelve a comenzar de nuevo cuando leo boberías que hasta parecen escritas por mi… pero no son, porque ya ni escribo, ni me lavo los dientes tantas veces al día, ni fumo con tanto entusiasmo, porque ya ni siquiera me ayuda ver las plantas de tus pies, esos pies rosados por el frio o de tanto caminar, o de tus carbones calientes, al fin y al cabo… qué sé yo.
Es estúpido llorar sentimientos que no son míos, pero tan míos son… y esta ridícula lagrimita debería ser de algún payaso que se cambia las ropas para ser famoso de mentiras, ya que no hay otra forma de serlo, una lagrimita mas salada que de costumbre debería ser tuya, o sea mía, o sea de nadie porque esta inundación a nadie le importa ni siquiera a mí y mucho menos a quien debería ser yo.
A veces, en las noches, porque ya ni el día soporto, vivo mil veces mil vidas de mil desconocidos y ya sé que no quiero una mejor vida y también sé que no pongo bien las comas ni los puntos, ni siquiera los cordones de los zapatos, y se me ocurre que tal vez no deseo la paz en el alma ni la plata en los bolsillos, porque con paz no necesitaría ya maldecir y puta que me gusta maldecir…
Al parecer hay que vivir por algo, buscar alguna excusa que pareciera ser sacada del cine, con coincidencias grandiosas, chicas con espaldas llenas de lunares, un pic-nic frente al mar y esos amores ideales bajo alguna lluvia de abril. Y aunque ese algo no esté debajo de las piedras, ni en ese mar casi azul, ni en el cielo al que no le importa nada (porque es claro que el cielo no se amarga si un señor obeso que subió al bus puso su peso sobre la falange mas derecha de mi derecho pie), aunque ese algo no esté ahí, ni acá, tal vez este el algún diente o en una muela de esa dama con cicatrices que no veo hace años o tal vez dentro del estiércol de algún elefante de circo… qué sé yo.
Un sabio me lo escribió en un papelito… y ya sé que buscar podría ser más divertido que encontrar pero aunque uno no quiera y muy seguido ocurre, uno se cansa… y llueve en febrero y de seguro en marzo hará sol, pero uno se cansa, pero el cansancio también es parte de algo aunque muchos no entiendan, entonces duermo hasta donde no se debería dormir y babeo todo lo que pudiera servir de almohada y adoro ese libro de Murakami pasta dura e impermeable casi diseñado para babear sobre él. Pero esas cosas suceden y no importan, ni al cielo le importan, porque luego, igual todo vuelve a comenzar de nuevo cuando leo boberías que hasta parecen escritas por mi…

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